Más sobre mascarillas. ¿Pueden producir hipoxia o disconfort?
Las mascarillas, durante esta pandemia, se están convirtiendo en un elemento de protección básico, desgraciadamente de moda, con gran protagonismo y no siempre positivo, debido a la escasez de las mismas, el incumplimiento de la normativa de muchas de ellas al ser importadas, su posible reutilización y sistemas de desinfección, las discrepancias sobre su obligatoriedad y, últimamente, las dudas
sobre los posibles efectos que pueden causar sobre los usuarios: ¿hipoxia, disconfort?
Por ello, desde el Centro de Innovación e Investigación de Asepeyo en Sant Cugat se decidió realizar un estudio sobre la posibilidad de que puedan causar hipoxia o disconfort, con el fin de
asesorar, informar y sensibilizar a usuarios y empresas.
Para ello se realizaron mediciones en distintos tipos de mascarillas, tanto de O2, como de CO2, T y Hr para poder sacar conclusiones sobre si se pueden dar casos de hipoxia o, más bien sería, en algunos casos de disconfort. También se realizaron mediciones de saturación de O2.
Las principales conclusiones del estudio son:
Del análisis de los resultados de las diferentes mediciones realizadas (O2, CO2, T, Hr y la saturación de O2 en sangre) y de las características de la respiración, ¿concluimos que se pueden producir casos de hipoxia, o más bien algún caso de disconfort?
Hay dos evidencias muy claras que descartan los casos de hipoxia: los resultados de la saturación de oxígeno, que nos da un dato más exacto del estado de oxigenación que las mediciones ambientales del aire exhalado en el espacio pequeño entre la mascarilla y la cara y, por otro lado, que ni los trabajadores que usan habitualmente mascarillas FFP3, por ejemplo en trabajos con sílice cristalina, ni los sanitarios que durante esta pandemia han tenido que trabajar hasta 6 h o más, seguidas, con mascarillas, en ocasiones con mascarilla quirúrgica encima y con otros EPIs en condiciones de temperatura y humedad bastante penosas, no se han dado casos de hipoxia.
Hay que valorar y agradecer el trabajo de los sanitarios que realizaron sus tareas en unas condiciones que, en situaciones normales, no recomendaríamos en ningún caso, ya que, habitualmente recomendamos que se usen mascarillas autofiltrantes con descansos de 30 minutos cada 2 h.
Entonces, ¿cómo se explica que con los resultados de las mediciones por debajo del 18 % de oxígeno no se produzca hipoxia?
Las mediciones realizadas son, principalmente, del aire exhalado de un pequeño volumen que hay entre la mascarilla y la cara del usuario. Por otro lado, indicábamos que en condiciones normales de respiración el aire exhalado tiene ligeramente una mayor concentración de CO2 que de O2 (R=0,8). Además, el vapor de agua y el CO2 exhalado actúan desplazando el oxígeno. Pero hay que recordar que las mascarillas autofiltrantes, por sus características, filtran partículas pero dejan pasar el O2 y CO2, ya que son gases, tanto hacia el exterior de la mascarilla como hacia el interior.
La clave es que al inspirar, aparte de este pequeño volumen de aire que medimos entre la mascarilla y la cara, vamos a coger aire del exterior de la mascarilla, un promedio en total de 500 ml. Por tanto, el porcentaje de aire “viciado” que vamos a inspirar es despreciable respecto al total de cada inspiración. Y más si recordamos que una persona en reposo realiza 12 respiraciones por minuto. Si en cada entrada y salida de aire moviliza 500 ml, en un minuto movilizará 6.000 ml, siendo el aire inspirado con poco oxígeno y mayor concentración de CO2 respecto al total, prácticamente despreciable y ello se confirma con los datos de saturación de O2, siempre normales.
¿Por qué me cuesta respirar a través de las mascarillas, sobre todo cuando uso las autofiltrantes?
Hay que tener en cuenta que cuando usamos las mascarillas autofiltrantes deben estar ajustadas perfectamente para ser eficaces y, hay que hacer un “esfuerzo” a la hora de respirar para hacer pasar el aire inhalado a través del filtro. Pero para regular este hecho, tanto la resistencia a la exhalación como a la inhalación, estas mascarillas autofiltrantes deben pasar unos ensayos según la Norma UNE-EN 149:2001, teniendo en cuenta si tienen válvula o no. Son los ensayos de respirabilidad.
También se hacen ensayos del contenido de CO2 en el aire de inhalación (espacio muerto) que no debe exceder de un promedio del 1 % (10.000 ppm). Con el cumplimiento de la Norma se garantizan unos mínimos en cuanto a la respirabilidad y concentración de CO2, que favorece nuestra comodidad en la respiración.
Evidentemente las mascarillas autofiltrantes, por sus características y necesidad de ajuste, requieren un mayor “esfuerzo al respirar” que las mascarillas quirúrgicas (Norma UNE-EN 14683:2019+AC:2019) e higiénicas (UNE 0064-1:2020 para las no reutilizables y UNE 0065-1:2020 para las higiénicas reutilizables), que también son sometidas a ensayos de respirabilidad en sus respectivas Normas, pero por sus características y porque no ajustan tanto a la cara tienen una menor resistencia al paso de los gases y el aire y, por tanto, son más cómodas. Por ello, se recomienda a la población en general, con el fin de no contagiar, el uso de mascarillas quirúrgicas e higiénicas y no las autofiltrantes ni las KN95.
Otro hecho importante a tener en cuenta son las mascarillas autofiltrantes que no cumplen con la Norma UNE-EN 149:2001, ya que si no pasan las pruebas de respirabilidad no se puede garantizar que no sobrepasen los límites establecidos en cuanto a las presiones máximas que deben cumplir, por lo que puede llevar un mayor esfuerzo al respirar y mayor incomodidad.
Pero, ¿pueden darse dolores de cabeza, dificultad respiratoria e incomodidad al usar las mascarillas?
Efectivamente, aunque no se puede generalizar, en función del tipo de mascarilla usada se pueden dar diferentes tipos de molestias, especialmente con las autofiltrantes. Por ello se desaconsejan para el uso de la población en general.
Las mascarillas quirúrgicas e higiénicas también pueden producir estos efectos, aunque es más difícil, porque el ajuste no es tan exigente, pero la sensación de respirar a través de una barrera física, el calor producido por el aire espirado y la humedad, puede causar, en determinadas personas, disconfort, dolores de cabeza, cansancio, sensación leve de ahogo, etc., aunque, siempre como casos leves y nunca atribuibles a la falta de oxígeno. Por ello, se recomienda hacer pequeños descansos y quitárselas por unos instantes, cuando sea posible, siempre que no comprometa la distancia interpersonal, al aire libre, en lugares bien ventilados o en ausencia de otras personas.
También se pueden atribuir estos efectos a factores psicosomáticos.
Todas estas consideraciones tienen validez para la población sana, nunca para personas con problemas respiratorios que estarían exentas de llevar mascarillas.
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